Por VozEs
En una época en la que creemos que solamente la medicina lo cura todo, a veces es necesario tener conversaciones internas, con amigos, conectar con la naturaleza o con nuestra pasiones para encontrar momentos de meditación que nos lleven a la sanación.
Norma Gely Ortiz, artista visual originaria de Puerto Rico se dio cuenta de esto en una conversación meditativa que tuvo con su canvas de cinco pies, a partir de ahí supo con certeza que ella era una artista y que seguir con su Maestría en Psicología Escolar no era lo que realmente quería. Ese canvas la mandó a salir de su casa y su burbuja, la mando a la aventura de descubrirse a sí misma.
Así llegó a San Francisco, una metrópoli tan diversa en la que se encontró no solo a ella misma y su ritmo para bailar, su voz latina, ruidosa y alegre; la ciudad le presentó un gran espectro de colores, sabores, culturas, tonos de piel, acentos; esta meca internacional la acercó a su pasión verdadera: el arte.
Sus pintores favoritos son Miro, Dali, Kahlo, entre otros; su arte mayormente lo trabaja en acrílicos y busca la manera de incorporar texturas en su tela, en una mezcla de muchos estilos con elementos expresionistas y surreales, la artista encontró que el proceso de hablar con el canvas y moverse junto con su pintura la hace llegar a la profundidad de su alma.
Desde hace dos años y medio la artista se mudó a Charlotte en donde ha conocido nuevas experiencias que han aunado a su formación creativa.
¿Cómo ha influido tu viaje, tu migración, el salirte de tu burbuja y cómo se ha condensado esta experiencia para formarte como artista?
Al irme de Puerto Rico, ese tipo de viaje y experiencia se ha repetido varias veces. Aquí en Charlotte no conseguía trabajo, tenía varios part times y no podía sobrevivir, la dificultad económica era fuerte, empecé a pintar cosas que sabía que iban a vender y me alejé de mi esencia y mi mensaje.
Estando aquí tuve la experiencia de viajar a Portugal, hice una residencia, me hice una prueba de ADN y vi que gran parte de mi ADN es de allá por eso quise ir y hablar con la gente y ver cómo estamos todos tan conectados. Esa oportunidad de viajar hace estudiar la conexión con la naturaleza, con otra cultura, ahora veo que en mis pinturas, si estoy yo, gran parte de mi está ahí pero pongo elementos como animales, de la naturaleza, que hace que te preguntes algo más surreal y te diga cómo estamos conectados no nada más por las similitudes que tenemos sino que estamos conectados en esta plataforma que es la madre tierra.
Mi mensaje se formó, ahora quiero que mi mensaje genere una conversación, que tu veas mi pintura para que te preguntes qué te dice a ti, que tu hables con el canvas también, que crees una conversación con el vecino, aunque no sepas quién es pero que te interese tanto lo que ves en mi arte que rompas esa barrera de individualismo: aquí el americano vive así, en su burbuja, no habla con nadie, yo quisiera que sí, vayas, que molestes a alguien y que crees un sentido de comunidad y diálogo.
Preparación de su pieza para «Cool Globes» 
«Cool Globes» exhibition en uptown Charlotte
Ahora más que nunca necesitamos crear conversaciones, a nivel racial, a nivel de la pandemia, el virus que nos conecta a todo el planeta, me gustaría que el arte abra la mente para que pensemos: vamos a hablar y conectar con otros porque estamos viviendo en este suelo juntos. Aunque nuestra visión sea bien diferente tenemos que aprender a convivir porque estamos en el mismo planeta compartiéndolo, aprender a tener una conversación profunda y respetuosa.
¿Cuáles son las mayores diferencias que has encontrado a nivel artístico y cultural en tus distintos viajes?
Charlotte es bien diferente, ha sido un cultural shock, acostumbrarse a vivir en San Francisco que es una mentalidad más abierta, la amo, me gusta. Vivir acá (en Charlotte) es una mentalidad mucho más conservadora, ha sido un choque bien fuerte, pero he visto otras cosas hermosas, aquí la comunidad de arte es bella y te apoya, en San Francisco es bien competitiva.
Aquí me han invitado a exposiciones, el sentido de comunidad es fuerte y lindo, agradezco al universo que estoy aquí.
En California yo hablaba más español y podía comer la comida que quisiera, aquí he visto mucho la división de latinos que son bien latinos y te hablan español y está el que quiere esconder su cultura para poder meterse más a esta anglosajona, quieren ser aceptados y obviamente el presidente influye en eso, y la zona que vivimos aquí más conservadora.
He sentido más el racismo aquí hacia mí, la primera vez que fui a un ABC store no me atendieron porque mi licencia era de Puerto Rico. Les expliqué que Puerto Rico era parte de EEUU y no nos atendieron, esa fue la primera vez que experimenté algo así, en California viví dos años feliz sin problemas con mi licencia.
En cuestión de arte, aquí he visto que si hay arte latino pero no hay tanto artista reconocido, pero me encantaría que hubiera más, que la representación sea más fuerte porque sirve de inspiración para los demás, que se motiven, que sirva de inspiración y sientan que esta también puede ser tu casa.
¿Aquí te sientes en casa? ¿Qué es para ti el Hogar?
El hogar es un nido, y ese nido puede estar en donde sea, hogar es donde uno no solamente se define pero se cuestiona quién uno es, uno se va redefiniendo constantemente en el hogar, mi nido es un náufrago, y siempre va a estar buscando un pedazo de tierra o árbol en diferentes lugares, yo he conocido casa aquí, en Puerto Rico, en Tailandia, en San Francisco, en cualquier lugar que he ido y que he tenido una conversación genuina con alguien. Tu casa es una conversación, es un estado mental en donde sientes que puedes ser tú. Si me siento en casa.
Este cuadro habla de los sueños que retan la esencia de quien uno es, y la estabilidad que uno piensa tener. La mujer no está muerta, pero está viviendo por vivir. En una rutina. Sin gozo, solo el sueño de una aventura. El flamingo representa el futuro que puede tener. La agarra por la espina dorsal, como quien te arranca de donde estas, y te siembra donde vas a florecer.