Por Gabriela Ortiz
Una pregunta simple que abre una puerta inmensa para presentar la cultura de un país joven lleno de pasión habitado por inmigrantes que huían de una Europa en llamas envuelta en guerra y exterminio; llegando al Río de la Plata el bohemio puerto de Buenos Aires y recibidos por una tierra noble con nuevas esperanzas y en crecimiento.

Porque es ahí en ese preciso momento histórico que nace el Tango, una música que sonaba extraña y pasó a ser el propio sonido de nuestra cultura porque el Tango somos todos los niños, los abuelos, los jóvenes y no tan jóvenes.
El Tango es el cafetín de Buenos Aires donde el café invita a la charla, donde es normal escuchar una orquesta improvisada, por sus calles de adoquines una pareja baila así de repente un tango callejero y propios y ajenos lo viven, lo miran, lo respiran al Tango… y suena el bandoneón por Troilo que le da nueva vida a la vida misma, y las orquestas comienzan su camino porque el Tango se vistió de gala y se fue de viaje por el mundo; en años de exilio se escuchó en París y la Europa lejana y se mantuvo vivo recordando su origen, añorando alguna vez volver a casa, a una Argentina sin dictadura.
Y los violines se escucharon, también un bandoneón. Y alguien cantó las letras del Tango y el mundo conoció a Carlos Gardel y en un dos por cuatro el tango se fue haciendo de amigos nuevos, el mundo recibía con halago la cultura de un país llamado Argentina, se fueron enamorando de las letras del tango de sus pasos y su vestir.
Un día de aquellos el tango llegó a Estados Unidos con algunos jóvenes bailarines que trajeron sus tacos altos, sus vestidos pegados al cuerpo, sus trajes bien planchados y su apariencia muy del «varón del tango» con pelo engominado pañuelo al cuello y sombrero que marcaba una época gloriosa de este baile nacido en Buenos Aires y mostraron de qué se trataba este baile tan íntimo, tan misterioso, elegante, apasionado, que se baila y se entrega con el alma.
Es así que el Tango comienza su nueva historia en cada nueva tierra que llega y conoce, transmitiendo la cultura de un país, los relatos, ese no sé qué que trae nuestra música.
Llegamos con el Tango para abrazar esta sociedad tan fría que no acostumbra mucho la expresión de los afectos pero que recibe al Tango con calidez nueva porque en el «hola» de un profesor que enseña Tango o en alguien que lo baila se sonríe en complicidad con la música y repiqueteando en un dos por tres, un corte y una quebrada, mostrando los ochos de ida y de vueltas, una volcada, una conexión interna de cuerpo y alma; esto es Tango y así se baila el tango.
La magia del tango se provoca cuando dos se vuelven uno en el abrazo del comienzo, en el caminar de la música, en la entrega, en esos tres minutos o cuatro que dura el baile, para el mundo eso bailar tango, para nosotros los Argentinos es la cultura de nuestro país, la herencia de nuestros abuelos que prevalecerá para el futuro.
Y entonces recordé la pregunta: Argentina, bailas tango? sí, así bailo Tango Yo.
La Morocha Argentina

Gabby Ortiz
Gabriela Ortiz nació en Bariloche-Patagonia-Argentina. Es Mamá de Samanta & Tamara. Vivió en Virginia Fredericksburg y desde el 2007 reside en Lake Norman en donde pertenece al grupo empresarial de Small Business of Lake Norman y se desempeña como ‘General Contractor’ en el área de la construcción. Baila tango en Charlotte desde hace mucho tiempo y espera volver a bailar cuando todo mejore. Se considera una Mamá feliz amiga de sus amigos, siempre tratando de sumar, conocer y brindar a la comunidad.