Por Jesús Redondo
Han sido ya más de siete años
desde que quisimos salirnos del radar
volando a ras de suelo,
haciendo trampas al destino.
buscando visa para un sueño.
Y desde entonces comemos las uvas
a distancia, saliéndonos del marco
de las plazas atestadas de paisanos
pendientes de un reloj
al otro lado del charco.
El sueño aupado por unas manos que
abrieron los ojos a la oportunidad
de un trabajo.
Cuantos han quedado atrás para que pudiéramos
lograrlo,
cuantos han quedado atrás que renunciaron a siquiera
intentarlo…
Bien lo sabemos los que volamos
cuando no hay más remedio,
y el tedio en los aeropuertos
se mezcla con la ansiedad
y el miedo porque… nunca se sabe,
nunca sabemos qué va a pasar.
Lo que sí pasa es la vida,
la propia y la de aquellos que dejamos atrás,
y por el camino tus padres se hacen viejitos,
o acaso mueren,
y tú ganas algún sobrino,
y tú piensas que ellos aún te esperan,
que ellos aún te quieren…
Las estaciones de autobús o metro
bailan su particular vals con
las estaciones del año,
y algunos volamos en invierno
para llegar en el tren en verano.
No hay nada mejor que el aroma de casa.
El pan, los guisos de tu madre,
la eterna pelea con una abuela
que no cede su receta,
y te calla a golpe de cucharón
de su cazuela.
El eco de las risas de los amigos
tomando un trago
en el callejón detrás del bar.
Ningún trago de los gringos
jamás te sabrá igual.
No hay nada que no eches más
de menos que todas esas cosas
que son tú,
y que han quedado atrás.
Y cada vez, siempre toca,
siempre toca regresar.
Y tus pies recorren los mapas
de la mano de un reloj que no es el tuyo
y en tus oídos distintas voces
dicen lo mismo en distintas lenguas
cuando todas las ausencias
de nuevo
toman lugar.
Nuestra patria es la nostalgia,
nuestros sueños cobrando vida
tan lejos de nuestro hogar,
pero en esto no estamos solos,
no estamos solos en este afán.
Aquí estamos la Argentina,
Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica
y Cuba,
Ecuador, El Salvador, Guatemala
y por supuesto, Honduras,
México, Nicaragua, Panamá, Paraguay
y el Perú,
Puerto Rico, la República Dominicana,
el Uruguay y Venezuela,
y también la vieja España,
que tanto os debe,
tanto os quiere
y os anhela.
Sí, aquí estamos,
a pesar de los pesares,
sonriendo todas a una,
gentes de distintas tierras,
bajo la misma luna.

Jesús Redondo Menéndez radica en Cayce, Carolina del Sur y enseña español en la escuela secundaria; lee mucho, escribe algo, y a veces, comparte.