Por Irlanda Ruíz Aguirre
Una pausa para sentir,
una pausa para observar.
Una pausa solemne,
en el minuto insistente,
de la apatía incoherente,
de una historia divergente,
en un mundo indiferente.
Una pausa para respirar,
una pausa para inspirar.
Una pausa atrevida,
perdida por la avenida;
del que fue y el no será
en la carretera del quizás,
que cuestiona la realidad.
Una pausa para encontrase,
una pausa para amarse.
Una pausa valiente,
que resiste el precedente,
de manera consistente
en la entrega inminente
del alma subyacente.