La Aventura y yo

Por Tonatiuh Alcantar

Estando dormido una voz de terciopelo sensible femenina a la distancia me llamaba.
Era la bella aventura que a través de mi ventana susurrándome decía: “deja que te enseñe todo y escapemos juntos.”

Su voz era como un canto de sirena en el mar.

Desperté y navegando con mi mente en mi alma náutica, hice una decisión interna que se manifestó externa separándome de dos mundos diferentes.

Me embarqué, no ocupé equipaje porque mi corazón ya tenía lo necesario; en mi travesía pasé por muchos paisajes, por muchas tristezas y muchas alegrías, muchas veces me encontré en un abismo.

Pero la aventura me presentó al silencio y él me enseñó su alma geométrica llena de colores, sensible como el atardecer cuando se disipa sobre la hierba.

Vengo de una raza morena, bella, de bronce, Azteca y guerrera. Los vientos del sur me llaman. ¡ Tráiganlo! Díganle que regrese.

Es el reclamo a la madre tierra: Que escuche el corazón del volcán, de la tierra que lo vio caminar descalzo, lo quiero sentir otra vez como el niño que corría bajo la lluvia con sus sonrisas y alegrías, porque su ausencia duele.

Los recuerdos son como torrente que llevo en mi mente como mochila al hombro, llena de historias de triunfos y derrotas, lienzo bello de mi vida que llevo en mi interior como un amuleto; y aunque ahora mi camino ha evolucionado, cada nuevo paso que doy es calculado.

Me hice amigo del miedo, y juntos nos reímos a carcajadas, cuando la vida se hizo incierta el me mantuvo alerta y aunque tomó tiempo, restauré mi cuerpo y vitalicé mi mente renaciendo como el ave fénix de entre las cenizas.

Sigo de pie peleando como un lobo temerario, en esta selva de concreto sigo superándome a mí mismo.

Juntos, la aventura y yo seguimos caminando como nómadas sin rumbo, sin tierra, sin tiempo.

Libres como la hoja que cae del árbol por el viento

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