Por Ana Vreca Butters
Inspiradas por su sangre Mexicana y su alma mestiza y guerrera, las obras del artista visual Luis Sahagún proyectan la resistencia cultural generada por sus propias experiencias, revelan la historia de lucha y sueños aún no realizados de los millones de inmigrantes que viven en los Estados Unidos y que no quieren más ser invisibles.

Nacido en México, Sahagún llegó a los Estados Unidos con sus padres siendo aún un niño. En su casa en un suburbio predominantemente Latino de Chicago, siempre se habló español y se mantuvieron las tradiciones de la tierra que los vio nacer. Su madre y sus abuelas siguen siendo sus musas, inclusive cuando su trabajo enfatiza la realidad que vive la clase inmigrante obrera en este país por medio de temas como el racismo, el machismo, e inclusive el efecto del colonialismo.
Diseñador industrial por educación y artista por pura pasión, él entendió el día en que presentó su primera obra, que su arte es una herramienta muy valiosa para empezar conversaciones que muestran la esencia de su herencia y de la comunidad que lo vio crecer. Sahagún recuerda cómo el miedo por ser indocumentado, el racismo que experimentó en sus años de adolescente, y su crisis de identidad al querer “pertenecer” y asimilar la cultura americana, no solo impactó, sino también influenció su arte en los inicios de su carrera.
Hoy en día, él siente que aunque sus obras en sí no generan cambios sociales, ellas son un vehículo importante para promover dichos cambios, ya que crean oportunidades de conversación entre personas de diferentes clases, edades, lugares, y ámbitos de la vida.
Un artista nunca deja de crear, y es por eso que las obras de Sahagún representan la conexión de sus propias memorias pasadas con las experiencias que vive día a día, lo que hace también que constantemente aprenda algo nuevo de si mismo, del país donde vive, y de su cultura, y luego transfiera ese conocimiento a sus exposiciones.
Sahagún se entrenó en pintura, pero también esculpe. En realidad, él pinta, esculpe, dibuja, toma fotografías. Opina que en el presente, la idea de disciplinas ya no es tan estricta como antes.
“Para mí el lápiz es lo mismo que un martillo, es lo mismo, haces una marca, puedes quebrar algo o lo puedes poner. Osea, hay principios en arte que son formales, que no importa a qué se lo pones o a que se lo aplicas. Yo veo todo lo mismo. Cuando hago una escultura, para mí es un dibujo, te puedes mover a un lado y ves otro dibujo, como un dibujo que se mueve en el espacio.”
Luis Sahagún
Mientras estudiaba con el artista Mexicano Javier Chavira en la técnica europea de pintura Flamish, la cual se enfoca en pintar rostros exactos y muy bellos en un largo periodo de tiempo, Sahagún descubrió su lado rebelde al decidir usar cartón reciclado como fondo para sus pinturas, teniendo en cuenta el alto grado de descomposición de éste, inclusive cuando sabía que volvía loco a su maestro. Así fue como el cartón que recogía de las calles se volvió uno de sus materiales favoritos, y al reflexionar en el porqué, Sahagún se dio cuenta de que él se veía a sí mismo en el cartón.
“Porque el cartón es café, está tirado en la calle, así me sentía yo. Entonces agarro este cartón, que para mí siempre ha sido bello, y empezaba a dibujar en él. Me sentía que era una relación íntima…y la idea de la sociedad que nos tira a la calle, no nos valora, pero realmente el cartón de muchas maneras es físico como el Mexicano, el Latino…construimos las casas, nos usan nomás, no quieren nuestros cuerpos pero quieren nuestros tacos.”
Cartón, plástico, metal, madera, y cemento, son algunos de los materiales que Sahagún utiliza en sus creaciones para representar los trabajos que realiza la clase obrera, y que le recuerdan el tiempo en que trabajó en construcción y notó las cosas bellas y creativas que hacían él y sus compañeros con ellos, siendo que cada material tiene su propia herencia y su propia historia, y que merecen ser celebradas. Igualmente, fue una oportunidad para crear conversaciones sobre clases sociales y comunidad con niños que veían sus esculturas y se inspiraban y enorgullecían de sus padres constructores.
Desde el 2008, cuando se convirtió en artista a tiempo completo ha madurado formalmente y su experiencia dando clases en museos lo ha ayudado en aprender a conectarse y tener conversaciones con estudiantes de todas las edades por medio del arte.

Enseñar es su segunda pasión. Sus maestros de secundaria fueron una parte importante en su desarrollo no solo académico, sino también emocional y personal y Javier Chavira fue esencial en su formación como artista, lo que le ha permitido llegar donde está hoy.
Sahagún ama establecer relaciones, conocer gente, hablar de arte, y transferir su conocimiento a otros para que se sientan igual. Su casa de Chicago siempre estaba llena. Sus familiares llegaban de México buscando un futuro mejor, y siempre eran recibidos con las puertas abiertas. Era un placer para él escuchar las voces, la música, sentir la alegría en el ambiente, y ser maestro le permite repetir esa experiencia. Su sueño es ser una influencia positiva en la vida de los jóvenes de su comunidad, y utiliza su arte como un medio.
El creativo piensa que en estos trece años ha evolucionado y crecido mucho como artista, no necesariamente cambiando su forma de trabajo, pero sí al tratar de generar un mayor impacto social con sus obras. También cree que para generar cambio es necesario salir a la comunidad y empezar a construir relaciones para así mejorar el futuro de todos.
“El arte para mí es mi maestra, me ha enseñado tanto. Sobre mí mismo y el mundo, en mis implicaciones en él y cómo puedo contribuir. El acto de crear me llevó ahí. Yo hago, luego pienso, luego aprendo, así que me enseña cosas que no podría aprender de otra manera. Estoy aprendiendo a quererme por medio de mi arte, a querer a mi padre que era abusivo y rudo – ahora entiendo que era parte de un sistema y que no podía controlarse; a sanarme y sanar a otros. Todo empezó con un lápiz, el arte es mi maestra.”
El recuerdo de su madre y sus tres abuelas ha sido siempre su fuente de inspiración, su fortaleza como mujeres y la idea de seguir sus legados, que piensa son también los de muchos otros, es lo que lo ayuda a seguir creando. Inclusive cuando sus esculturas parecen quizás masculinas por los materiales y métodos que utiliza, Sahagún representa también en ellas la bravura femenina junto a la intimidad de sus relaciones de amor y cariño que tuvo al crecer.
Por medio de su proyecto soñado, Alivio y Asilo: Apparitions of Spiritual Activism, Sahagún espera en cinco o seis años poder plantar raíces y ayudar a su comunidad de una manera diferente. Su idea es comprar una van, a la que él ya llama “Freedom Vehicle,” para convertirla en un tipo de botánica de cosas espirituales y a la que llevaría a lugares como centros de detención y cortes judiciales para ofrecer lo que sea que la gente necesite, desde una “limpia” o consejería espiritual, hasta recursos comunitarios como abogados; que ésta van le permita apoyar a muchos, no basado en ninguna religión, sino más bien en la idea de familia y comunidad, con la esperanza de algún día eliminar los centros de detención.
Otros de sus proyectos incluyen Tee’s for Teaching, por medio del cual en colaboración con una organización de estudiantes indocumentados en Northern Illinois University, diseña y vende camisetas junto a otros estudiantes para ayudar a cubrir gastos incurridos en diferentes procesos de inmigración como DACA, con la meta también de en un futuro, llegar a diferentes comunidades para dar clases de arte gratuitas a niños que no tienen los recursos necesarios para participar en las que ofrece en el museo.
Sumándose a su lista, el Urban Box Project le permitió trabajar con la ciudad y con dos estudiantes indocumentados en Chicago Heights en 2016, a quienes la ciudad les pagó para pasar un mes y medio en la calle recolectando basura en bicicleta para después crear obras de arte que fueron presentadas en una exposición.
The Chalet, un proyecto que empezó en el 2018 en conjunto con el Smart Museum of Art at the University of Chicago por el cual recibieron un subsidio de US $50,000 le permitió comprar un chalet o casita en el parque donde se instaló un programa de arte de tres años para adolescentes del cual el artista se encargó los primeros dos años antes de partir a realizar una residencia en Michigan State University el año pasado. Para esto, recibió un estipendio de US $10,000 y planeó convertir la mitad de ese dinero en becas para estudiantes indocumentados en el área, pero lamentablemente, por causa de la pandemia, se perdió tanto el dinero como su idea de servir en esa comunidad.
Además, también debido a la pandemia, Luis A. Sahagun: Both Eagle and Serpent, su exposición más completa hasta la fecha, y la cual incluía casi diez años de su trabajo,se tuvo que cancelar en el Chicago Cultural Center al poco tiempo de abrir.
Actualmente está trabajando en una nueva muestra de dibujos y fotografías para su próxima exposición que abrirá este 6 de Junio en Michigan State University – Union Gallery. Recibió también autorización del Museum of Contemporary Art de ese estado para incluir su colección de objetos arqueológicos de Mesoamérica en la exposición.
Unearthing: Magic, Mimicry, and the Mundane es una búsqueda para ampliar la comprensión de los artefactos ancestrales, la imaginación y el arte como fuentes vitales para desmantelar las formas occidentales de imperialismo intelectual. Arraigada en la ontología orientada a objetos, la exposición entrelaza artefactos arqueológicos mesoamericanos y obras de arte contemporáneas de artistas mexicanos como Rufino Tamayo, Graciela Iturbide, Flor Garduno, y por supuesto Luis Sahagún, para conjurar enseñanzas místicas a través del mestizaje espiritual.
Para conocer más sobre Luis Sahagún y su arte: http://luissahagun.com/

Ana Butters es Peruana, vive en Estados Unidos desde 1997. Es mamá, trabajadora social, educadora, con estudios en arquitectura, periodismo y educación inicial, multilingüe. Actualmente trabaja junto a la comunidad latina residente en el sur de Charlotte, NC.