Añoranza de colores

Por VozEs

Jenndy Corrales es una venezolana a la que el destino le ha enseñado que la vida es un reto y que es uno quien debe forjar su propio mundo. Ella ha elegido construir el suyo alrededor de su familia, su trabajo en la contaduría en un país al que llegó hace 30 años y en la tranquilidad que le da pintar.

“Un día estaba en mi casa, después de haber dejado de pintar, por varios años, ansiosa de hacer algo más, algo fuera de la rutina, y agarré un lápiz y un papel, y lo primero que pinté fue una Virgen de Guadalupe, y así seguí; obviamente se ve el desarrollo de cómo empecé a cómo ahora me quedan” recuerda Jenndy, quien es autodidacta en el arte.

Desde pequeña, Jenndy dibujaba muñecas, figuras femeninas y llenas de color, creció admirando la paz y el amor de su abuela “Mamá Ana” y la fuerza y tenacidad de su tía Raquel. Se fue de Venezuela huyendo de la situación que ya en ese tiempo se veía venir para el país; llegó a Miami y posteriormente a Charlotte a darle forma a su mundo.

“La vida es un reto, tenemos treinta años viviendo acá, más de lo que vivimos en Venezuela, no ha sido fácil, nos ha tocado duro, hemos tenido altas y bajas como muchos y muchas veces”

Pero saber cómo balancear la rutina y buscar estar cerca de su gente querida y de su familia, la fortalece y le da esa paz que necesita para crear.

“Yo necesito estar en paz para crear, saber que todo está caminando como debe de ir, contrario a hacerlo para evadir el conflicto o buscar paz, yo necesito estar ya tranquila, a la hora de empezar un cuadro” dice.

Sus piezas muestran la añoranza de lo que fue su infancia, su vida en su país y la cantidad de colores que veía en las artesanías de Caracas. Su técnica con crayón le permite terminar sus creaciones rápidas; por lo general pinta vírgenes, aunque no es religiosa, el haber crecido en una familia católica la acercó a las imágenes patronales, muchas, de esos pueblos tan coloridos de su país y Latinoamérica, a las que ilustra con colores brillantes y puntos de luz.